futbolines y bombones
Hace unos días jugué por primera vez al futbolín. Llevaba unas cuantas copas de vino encima. Igual por eso tardé un par de horas en darme cuenta qué es lo que me resultaba raro de ese trasto. Al final caí: era incómodo porque está hecho para gente diestra! Por eso me costaba (sobre todo con la mano derecha) darle caña a los muñecos paticortos. También me enteré de que hay una librería-bibioteca en Nueva York donde no dejan entrar a gente con colonia. De repente sentí que un ejército de miniosos amorosos me abrazaban el corazón. Esa misma noche me regalaron una caja de bombones. Y así, sin querer, como por arte de magia, se volvía a cumplir una tradición.