Cuando doblo la cabeza a la izquierda, tengo el motor de una moto en el oído
Hoy he visto al
monstruo.
En silencio
sepulcral. bien muerto.
Ha sido raro. Es
tenso entrar en un sitio y tener que fingir que no conoces a alguien
porque no quiere ni saludarte.
También he bailado.
No debía. Pero quería celebrar el fin de
la guerra invisible que he vivido estas dos semanas.
He hecho una
pregunta y me han contestado sin contestarme.
(cosas de silencios)
Hay gente que no
sabe cuándo cruza la línea... y del amor pasa al acoso.
Mujeres como niñas
que odian a otras mujeres sólo por tener algo que ellas no tienen
(inaudito)
Hombres como cazos
que no saben (o no quieren) poner límites y pasan de la amabilidad a
la mentira.
También hay gente
que cuando se enfada, te borra. Como el ‘no te junto’ de cuando éramos ñacos.
Y entonces, no queda
otra que dejar la habitación vacía para que ningún mueble sirva de
excusa prende-fuegos ni de tentación a la tristeza.
Esta semana he
aprendido muchas cosas:
- hay gente que
disfruta de forma sencilla y genuina bailando conmigo (y le gusta hacérmelo saber)
- algunos locos
prefieren las cosas difíciles porque admiran las capacidades que tú ves
en ellos
- puedo comprarme un
chubasquero para que las manchas no me salpiquen
- tengo derecho a
enfadarme (esto ya lo aprendí hace un par de años, pero tiendo a
olvidarlo con celeridad)
- tengo derecho a
preguntar (esto no lo he aprendido del todo, aún ando en prácticas)
- cuando siento
vértigo, me sangra la nariz
- hay quien necesita
espejo para conocerse
- si no estás
atenta te pueden chupar la energía
- los semi-ayunos
pulen mi mente y mi esternón
- siempre habrá un
vestido o una canción que me traiga de vuelta
- hablar con R. me
quita el vértigo (y el frío)
Dice I. que a veces
los ojos de otro te ayudan a mirar en una dirección que no habías
contemplado:
‘Lo que no
entiendo es por qué te tomas como algo personal los miedos y taras
ajenas’
Pues también es
verdad.
Comentarios