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Mostrando entradas de julio, 2015

Flagelación judeocristiana

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 Luis es un hombre fuerte.  De esos que no se encojen por irse a cientos de kms de los suyos.  Porque sabe que lo más importante es vivir.  Hacer lo que le pida el cuerpo.  Y no es que sea un inconsciente que no tiene en cuenta que el tiempo corre distinto para cada cual;  es que está dispuesto a pagar el precio de las consecuencias.  Ana en cambio es una de esas mujeres que se creen más de lo que son en realidad.  Por eso no tiene proyectos propios, futuro, boca.  Porque es tan pequeña que ni a ella le parecen importantes sus propios fantasmas, sus agujeros, sus deseos. Ana no se mira en los espejos porque le incomoda ver a esa desconocida por la que no siente demasiado aprecio.  Ana es la novia de Luis.  Y Luis es Luis y ahora tiene una novia que se llama Ana.  Y así es la vida.  Y Ana piensa que si fuera un poquito más grande rompería la casilla en la que la (mala) suerte, l@s demás (o ella misma) la colocaron y podría mudarse a un cuaderno en blanco.  Donde desparram

La evolución es mentira

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 mono-austrolopitecus- homo habilis-homo erectus-homo sapiens- hombre-chicombre-niñez mental perenne- ... ¿mono?

Invasión

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  Invasión de repente. Sin previo aviso. Sin capacidad de reacción. Sin alivios. Ni descansos. La obligación de estar enamorada. La suerte de que no haya un escáner para detectar a mentirosas. Preparar un no-festival. Y estar pensando en lo que te apetece ir con otro. Que no es otro. Que es el que siempre está presente: en los planes, en los sueños, en los pocos deseos que me quedan con este calor. Y no dar pasos porque todavía no toca. El miedo a que otros den pasos y estén lejos. Más lejos. El miedo a posibles pasos futuros de encuentro que pueden no ser tan espectaculares como ayer. Preferir estar muerta (como dice la canción) a sentir que esto se acaba. Esta atracción y esta sensación tan de vivir inevitable. El miedo a no hacer nada. A encerrarme. Ése es el miedo peor. Así que. Las ganas de chillar: espérame.

Que no, que (aún) no estoy muerta.

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Hay miedos que no se pueden cazar. Convivir con la enfermedad es duro: sea la tuya o no. Tener la vida de antes y la vida de ahora. El 'yo' de antes y el 'yo' de ahora. Enterrar al primero y aceptar (aprender a querer) al segundo. Yo, aún no he aceptado que mi vida será corta. Que un día no tendré familia, dinero pa techo ni pa comida. Y que dejaré de estar. Y seré (como soy ahora) tan invisible... que no importará. Y mientras llega ese momento, VIVO. Porque hasta que ese momento llegue: yo tengo el poder. El poder de reír cada día, de brindar con amig@s (aunque sean pocos), de enamorarme, de leer historias maravillosas, de soñar con universos mejores, de desparramarme conquistando el otro lado de la cama, de tener orgasmos, de soplar velas, de hacer fotos con buenos momentos, de notar la arena entre los dedos de los pies, de bailar en bragas en el salón o en alguna azotea... Y si no lo hago, en realidad ya estoy muerta.