Entradas

Mostrando entradas de enero, 2018

let's love now

Imagen
Ayer me desperté llorando. Pobre pajarito azul que yo estaba viendo respirar y cantar en mis sueños y cuando el corazón me vino a la boca al despertar, ya no estaba. Nunca más. Y de ahí náuseas y vértigo. Y a trabajar. Con el estómago vacío. Hablé con E. de Sr. Nilsson. No sé por qué. O sí. Creo que fue porque me preguntó por mi fin de semana. No esperaba esa pregunta. De repente sentí como si alguien me tocara con una varita y me insuflara vida. Me extrañó y me gustó. Y pensé en lo poco que nos preocupamos los unos de los otros. Por la tarde más manos y más risas. Y al final del día, besos y abrazos sorprendentes y de repente van sumando y hacen hoguerita y te dibujan rojo en la cara. A última hora creo que ligué con una dependienta. Rubia y maja. Mola la gente maja. Empecé una serie nueva que me atrae de una manera inquietante. salvaje. puede que algo insana. Tengo ganas de seguir saliendo cada día de mi zona de confort. Es toda una aventura. A veces es agotador. Pero

Aguantarse los ríos

Imagen
Llevo 3 noches durmiendo en el sofá, en mitad del salón, porque no quiero volver al cuarto (que ahora es gigante y tiene un color amarillento como de enfermedad) No soy capaz de comer carne, se me revuelve la tripa de sólo mirarla (es algo físico, ni siquiera llega a intervenir el pensamiento) No tengo ganas de nada. No tengo hambre. Si no me forzara, no comería. A veces estoy tan absorta, tan despistada que ni siquiera me acuerdo. Muevo el dedo por la pantalla del móvil buceando por las redes sociales, pero debo ir con los ojos (o el cerebro) cerrados, porque no me entero de nada.  No veo nada. Y tampoco me importa una mierda. (Igual ayer se rompió... o rompí el móvil inconscientemente por alguna cosa de estas psicológicas que nunca entiendo) Es increíble como el dolor puede materializarse en una burbuja espesa y opaca, viscosa, que no te deja vivir más allá de sus fronteras. He dejado de mirarme en los espejos y de ponerme pendientes y pintarme los labios. Mi cas

Tengo una ausencia prendida al cuello

Imagen
Sr. Nilsson llegó hace unas semanas. Pero sólo hace un par de días que aterrizó en casa. Lo he amado con una fuerza inversamente proporcional a su tamaño. Ha sido el peor amanecer de mi vida. He estado temblando durante horas. He llorado tanto que aún me molesta parpadear de lo secos que tengo los ojos. Secos y rojos. Rojos como un chándal barato de tactel. Ahí fuera los pájaros cantan como si nada. La gente se mueve azorada. Azorar: 1. v. tr. Hacer perder la serenidad a una persona ≠ calmar 2. CAZA Seguir o alcanzar el azor de las aves para cogerlas Los únicos que parecen darse cuenta del desastre nuclear que llevo dentro son los perros. Todos y cada uno de los que me he cruzado hoy, se me han acercado y se me han subido como para decir ‘eh, yo te veo, sé que te pasa algo’ Y este amanecer me recuerda a otro. En el que fue mi abuelo quien amaneció muerto. Pero no lo vi. Fue una suerte. Ahora lo sé. Hay cosas que no se olvidan nunca. Del shock se me h

La memoria del árbol

Imagen
Hoy, por fin, me he atrevido a acabar el libro. Estoy llorando a mar vivo. Es un llanto doloroso y liberador. Me libera de todo lo que no lloré cuando no sabía que mi abuelo se moría. No me lo dijeron. Y no pude despedirme de él. Se me quedó enquistado en el corazón. (Igual debí darme cuenta, pero siento que soy muy torpe para enterarme de las cosas que no me dicen. A veces, hasta de las que me dicen, como en la serie esta del barbas que casi estoy acabando de ver. Siento que hablan desde el otro lado de un túnel, como lejos, bajito… y no me acabo de enterar bien. Como si no alcanzara del todo las palabras.) Me he sentido engañada. Hoy es diferente. Por primera vez desde los doce años creo que mi madre tenía razón. Me habría destrozado el alma. Habría sido un desfile de días infernales hasta que dejara de respirar. Porque yo no sé soltar amores. Es sin lugar a dudas lo más duro que me ha pasado en la vida. Maldito libro con sus oes y sus preguntas y sus árboles.