Y cuando abrí la puerta era un hombre herido pidiendo tiritas y polvos
Por la tarde, la mujer fatal y el hombre irresistible se encuentran en un café con las paredes de color ocre. Se miran a los ojos; saben que esta vez será la última. Tanto a la una como al otro, desde hace semanas se les ha venido haciendo evidente la fragilidad del hilo que les había unido hace tres años y que los hacía llamarse a todas horas, vivir el uno por la otra; una desazón tal que ni las tardes de domingo eran aburridas. Ahora el hilo está a punto de romperse. Ha llegado el momento de poner en duda el amor que se tienen y... terminar. Antes se veían casi cada día y el día que no se veían se llamaban por teléfono, aunque estuvieran en mitad de un congreso en Escocia. En las últimas semanas apenas se han visto tres veces, y no han sido encuentros alegres. Sin habérse dicho nada, l@s dos saben que el encuentro de hoy es para despedirse irremediablemente. Han llegado a tal punto de compenetración que a ningun@ de l@s dos le hace falta explicitar que se aburren porque l@s dos se ...