Un ojo morado

La Comunidad de Madrid presentó, con mucho orgullo una especie de pulseras detectoras de maltratadotes, que estaban listas para ser estrenadas. Medio año después del anuncio, Esperanza Aguirre no había conseguido implantar ni una. O sea que ningún maltratador llevaba en la muñeca una de estas pulseras que avisan cuando el tío se pasa por el forro la orden de alejamiento y se acerca a su pareja. ¿Cuál es la razón para que un trasto tan ingenioso se quedara olvidado en un cajón? La razón es el tamaño.

Resulta que el dispositivo constaba no sólo de una pulsera tipo reloj para el agresor, sino también-cosa que no nos explicaron en su momento- de dos emisores: uno para el agresor y el otro para su víctima. Estos emisores se parecen a los primeros teléfonos móviles.

Salvador Velayos, del Instituto de Magnetismo Aplicado, explicó que ellos ya habían cumplido su parte del trato, crearon el dispositivo desde la nada, que no pudieron conseguir reducir el tamaño de los emisores y que puede ser-aunque no es nada seguro- que con dos años más de trabajo pudieran conseguir hacerlos más pequeños. En definitiva, tanto tirar cohetes hace un tiempo para que finalmente la cosa se quede en nada.

Como justificación del fiasco, un portavoz de la Consejería de Justicia y del Interior de Madrid ha dicho que si se hubieran utilizado estos trastos tan bastos, el maltratador y la víctima habrían quedado estigmatizados.

Según el diccionario, estigma es una marca o señal indeleble que se pone como castigo infamante; por ejemplo, se marcaba con un hierro ardiendo a los esclavos, y esta marca era un estigma.

También se considera, desde el punto de vista simbólico, una señal de infamia, de bajeza moral, de comportamiento deshonroso; por ejemplo, hace cincuenta años las madres solteras estaban estigmatizadas.

Considero que los de la Consejería madrileña son extremadamente considerados con los maltratadotes. A mí, incluso me parece adecuado que se les estigmatice; puede que el estigma contribuya a hacer que reflexionen y comprendan que los derechos humanos son los derechos humanos y que hay que respetarlos por encima de todo y que, obviamente, las mujeres forman parte de la humanidad y merecen el mismo respeto que un hombre.

De todas formas, lo que no tengo claro es que llevar algo tipo móvil prehistórico pueda ser un estigma para nadie. Y, en cualquier caso, considero que las mujeres quedan mucho más estigmatizadas por culpa de un ojo morado provocado por el agresor.



ATENCIÓN: este texto es una traducción personal de un extracto del libro Pornografia i vestits de núvia de Gemma Lienas (gran escritora y mujer).

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Por mi profesión me viene próximo tu texto.
Sí y no.
Me explico haciendo uso (espero que no lo consideres algo frívolo) del popular dicho; "lo cortés no quita lo valiente".
Nada obsta, sino todo lo contrario, a tomar medidas contra los desmanes del estúpido, el enfermo o el simplemente delincuente, que maltrata... nada. Sin embargo, no considero demasiado inteligente que hoy, nadie vaya por la calle tocado con el capirote que engalanaba las cabezas de los inquisitoriados.
La famosa pulsera no estaba terminada, como debía de haber sido terminada, pero la Sra. Presidenta necesitó en su día marcarse el farol de ser el primer y más rápido "azote" de la plaga que nos asola.
Ni más, ni menos.
Un abrazo.

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