Despertar II


 Blanca es pequeña y roja. Muy roja.
 Cuando sonríe ya no quieres que deje de hacerlo nunca. Y no quieres perdértelo.
 Le gusta mucho el mar y bailar en azoteas cuando hay tormenta.
 Quiere cambiar el mundo y no puede.
 Así que se bebe los días.
 Blanca estuvo a punto de ahogarse hace unos años.
 Y no le salvaron ni los títulos universitarios, ni su futuro prometedor, ni los ceros de las cuentas del banco, ni toda la gente que la miraba llorando desde la orilla.
 La salvaron las manos de los que se arremangaron. Que fueron pocos... y poco más hacía falta.
 Aprendió que las etiquetas no sirven de mucho. Que tenemos poco que de verdad sea nuestro: la piel y la vida.
 Que no le debía nada a nadie. Que respirar era un derecho y a la tumba no te puedes llevar ni los éxitos ni los fracasos.
Ah! ... y que tenía que aprender a nadar.



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