y Montero me sigue empujando a que me ponga el mundo por montera

Me gusta la gente que no lleva relojes. me gusta la gente que es feliz, de manera inevitable, con las mayores insignificancias diarias. me gusta la gente que sabe que nunca sabe suficiente. me gusta la gente que no aspira a saber nunca lo suficiente. me gusta la gente que no tiene límites mentales de hierro forjado. me gusta la gente que sabe decir cosas tan espinosas a veces como "lo siento" o "perdón" o "te quiero" o "no te quiero". me gusta la gente que sabe aprender de los varazos del pasado sin llevar consigo la vara como recuerdo. me gusta la gente que sabe sonreír. me gusta la gente que quiere sonreír. me gusta la gente que se pierde por los caminos. me gusta la gente que está un poco loca. me gusta la gente que sabe que no va a poder cambiar el mundo y aun así, es lo suficientemente obstinada o inocente como para intentarlo. me gusta la gente que no monta dramas ni se pelea por tonterías. me gusta la gente que puede pasarse un día sin pronunciar una sola palabra y aún así, no dejar de aprender. me gusta la gente que tiene las agallas de vivir a esternón abierto y ser auténtica hasta con 50 (o más).

Y ahora una pregunta que se hacía mi amigo Luis y que me ronda estas últimas noches por la cabeza:
"A veces me pregunto si soy yo la que hace de mí cuando vivo en tus sueños"




Me piro a la boda de la primera amiga que se me casa. A la vuelta nos vemos.