Descartando. A veces descubro mundos maravillosos.

 Recuerdo un tiempo en el que sentirme diferente... me provocaba tal ansiedad.. que tenía que subir montañas.
 Intentaba pensar que era cuestión de tiempo.
 Como el momento en que te salen las tetas. A unas les pasa a los 9 y a otras a los 16.
 Pero no. Igual que a todas, las tetas, no les salen igual... cada un@ crece lo suyo.
 Por dentro y por fuera.
 Yo nunca seré jugadora de baloncesto. Otr@s nunca tendrán neuronas.
 Las cosas son así.
 Y los grupos son de tamaño parecido.
 Cuando tenía quince años me sentía literalmente como una puta extraterrestre
 (entendiendo puta como adjetivo de)
 Las miradas de l@s demás ayudaban a alimentar la sensación.
 Estaba convencida de que sería un sentimiento que me acompañaría muchos años.
 Tenía tanto miedo a la soledad... que me ahogaba.
 Medité el asunto y decidí evitar.
 Me disfracé. Si algo se me da bien es eso.
 Me rodeaba de gente. De todo tipo.
 Escuchaba sus estúpidas conversaciones. Y me esforzaba por que me gustaran.
 Pero resultaba agotador.
 Empecé a beber. Pensé que así a lo mejor no me parecían tan gilipollas.
 Pero necesitaba beber mucho. Era admirable el aguante que tenía en este aspecto.
 Al resto le parecía divertido.
 Son la clase de cosas que les hacían gracia a l@s que tenía alrededor.
 Y... me volví invisible.
 No sentía nada. Era como una cinta de cassette que todavía está sin grabar.
 Empezaba a preocuparme. A obsesionarme, casi.
 Y pensé que el sexo sería un buen remedio.
 Besaba y asustaba a todo pene que tenía alrededor.
 Pero nada. Ellos eran torpes. Y yo... no conseguía nada más allá de cierto entumecimiento después de tanto roce.
 Así que... lo dejé también.
 Y así es como empecé a leer.
 Por puro descarte.