Ulía




Dicen que desde la roca más alta del monte Ulía se avisaba a los pescadores de avistamientos de ballenas.

Resulta que los tipos de mariquitas se cuentan por puntos.


Tengo un morado en el brazo porque lOs enfermerOs tienen que saber más que nadie. sobre todo más que tú.

Llevo un par de semanas con el cuerpo contracturado. ni pomadas ni pastillas. creo que mi cuerpo está cabreado. no me deja mirar a la derecha.


Antes cuando algo era duro o agrio o pesado, escribía. No sé muy bien cómo. Sólo me sentaba y por el bolígrafo iba saliendo lo malo y me dejaba muy limpia. con el contador a cero.

Ahora ya no. Se me han caducado las palabras o algo y ya no sé ordenarlas.


Ahora canto a voz en grito y se me calla la cabeza. bien.

Otras, escucho a Ricardo y me siento bastante balsa. bien también.


A. dijo que no seríamos amigos, desapareció. Había dicho que nunca lo haría. 

Pero eso ya lo he oído yo antes. Y el después lo he vivido también, igual por eso en vez de herida hay vacío.

Se borró. Pero sigue hablando.

Y yo no sé si quiero escuchar, porque salir viva de algunos volcanes ya es bastante difícil.


Quiero que el olor a café por la mañana me absorba con fiereza y no me deje temblar.


Desde aquí, sentada en el ordenador, oigo la bañera llenarse de agua caliente. Lo que más me gusta de esos baños es la sensación de seguridad, de protección amorosa. Eso y mirar los mechones de mi pelo bailar bajo el agua. Da la sensación de que nada es tan grave.


Hace dos meses y 16 días que nadie me abraza.



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