Son las 19:00. Así de redondo. Como el libro que acabo de terminar. Hacía mucho. Años. Que no leía algo con tanto entusiasmo. Con cosquillas de estómago: mitad emoción, mitad vértigo. He tenido náuseas (físicamente he tenido que ir al baño a vomitar), me ha dado miedo, he llorado, he reído, me he ventilado y he sentido mucho, mucho amor. A algunos es lo único que nos puede salvar. Y, qué cojones, creo que es la mejor manera de hacerlo. Ya que te salvas, que sea así. Creo que el gafitas éste es lo más cerca que he estado del fenómeno Backstreet Boys. Ya sabéis, enamorarse de alguien a quien no has visto ni verás nunca. Me llega como 15 años tarde, pero no importa. Ha sido bonito. Ha sido jodidamente hermoso leer las palabras de un hombre (porque, al final, Rhodes es un hombre) que se ha limpiado la mierda de encima y cree en el amor ese que no sale en las pelis, pero que puede hacer que no te tires por una ventana. Y ahora sí, una vez acabado el libro y mientras escribo e...