Empoderamiento (y años impares)
Blanca ha follado con varios tíos.
Folló mucho con uno, que era un capullo.
Folló muy bien con otro, que era el mismo capullo.
Y un día conoció a Sebastián.
Sebastián era como una tortuga: lento y con caparazón.
Y Blanca se hacía líquida con un simple roce suyo en el brazo.
Blanca nunca se había sentido tan cómoda en la cama con nadie.
(Nunca se había sentido cómoda en ninguna cama, pero no se había dado cuenta hasta que la verdad le estalló en los ojos)
Era un puto alivio estar desnuda con ese hombre.
Y se dejó querer y correr con ganas.
Sebastián no parecía interesado en convencionalismos, en éxitos absurdos, en galerías.
Parecía que su meta era sólo el contacto, la intimidad.
Sebastián era torpe y maravilloso. Era un amante magnífico que volvió a Blanca y su concepto entero de la sexualidad patas arriba.
Nunca se había sentido tan humana como bajo aquellos fuertes de sábana ajena.
Se enamoró y se largó.
Porque Sebastián era un necio templando miedos y ella una miedica mentirosa.
Comentarios
desorden: (narices hinchándose) ¬¬
darío: tejido textual y textil, piel humana y ya ;)