Cuando era pequeña...
Cuando era pequeña me fascinaban los enchufes. Me moría de ganas de verlos por dentro.
Me acercaba mucho y miraba con curiosidad.
Cerraba el otro ojo como para concentrar las fuerzas en el derecho, que era el que intentaba ver algo (por qué utilizaba el ojo con el que menos veía es algo que a día de hoy... en fin... igual era para compensar. Oía mejor por el oído izquierdo.. y no podía ser que viera también mejor con el izquierdo!)
Pobre lado derecho.
Así que fingía que ése era el ojo bueno... y lo pegaba al enchufe... pero nada.
Luego ponía el oído. El derecho también, por comodidad posturil o porque en el fondo hay veces que no quieres llegar a. (así, preposición y punto), pero tampoco se escuchaba nada.
Al final... llegué a la terrible conclusión de que ahí dentro había un montón de ratoncitos (como son los ratoncitos de los dibujos animados) que se cogían de las manos y hacían, de alguna mágica manera, que el radiocassette funcionara y yo pudiera escuchar música.
A veces me gustaba tanto lo que ese radiocassette escupía (gracias a ellos)
... que al acabar y desenchufarlo... les daba las gracias en voz baja y les guiñaba un ojo (como hacen l@s que tienen un trato secreto)
Comentarios
Darío: la curiosidad es una virtud que perdemos con los años... por qué?
Creo que tod@s, de niñ@s, hemos sentido esa atracción por los enchufes. A esa edad, la electricidad parece absolutamente mágica.
Pero tu anécdota de los ratoncitos me ha parecido super tierna :)
Un beso!
hiro: síííí... la magia siempre ha sido de color azul... (como tantas otras cosas maravillosas)^^
desorden: me gustan tus cajones... todo ordenado... curioso en ti,no? :P
(bendito desorden el que provoca Dalí)
(surrrrrrrrrrrrrrrrreaaaliiiiissssmooooooo!!)
desorden: jajajaja... mini-begusa ya andaba un poco mal de la azotea (oops) ^^