Si ahora me relajo, me haré pedazos
A mí no me gustaba demasiado acostarme con desconocidas. Era una forma cómoda de satisfacer el deseo sexual y, además, disfrutaba abrazando a una chica, acariciándola. Lo que odiaba era la mañana siguiente. Al despertarme, encontraba a una desconocida durmiendo a mi lado... Al rato, la chica se despertaba y buscaba la ropa interior por la habitación. luego, mientras se ponía las medias, decía: '¿Tomaste precauciones? Porque estaba en el día del mes más peligroso...'. Después se dirigía al espejo y, rezongando que le dolía la cabeza o que el maquillaje no lo arreglaba aquella mañana, se pintaba los labios y se ponía las pestañas postizas. Lo odiaba. Volvía a la residencia lleno de odio hacia mí mismo. Odio y desilusión. (H. murakami)