Deshojar alcachofas es más divertido que deshojar margaritas
No recuerdo, incluso siendo niña, un solo momento en el que deseara ser mayor (de lo que era). De hecho, aún hoy, me gustaría cerrar los ojos y volver, aunque fuera por unas horas, a esos días.
Si había algo que me gustara de ser niña era la insignificancia. Ningún problema era realmente grave... Si te peleabas con una amiga... le decías: ya no te "junto"... y en menos de 24 horas... tan amigas otra vez.
El mundo te parecía un lugar gigante, lleno de misterios y magia, porque, sí, creíamos en la magia... y en fantasmas (que salen de debajo de la cama, o de detrás de las cortinas)... y en héroes con capa y sin dimensiones.
Cuando eres pequeña las cosas se resuelven desde las entrañas... si alguien te quitaba un pañuelo (sirva también bocadillo, lápiz, horquilla...) le tirabas del pelo o le dabas un pellizco en el brazo hasta que te devolvía lo que era tuyo... porque entonces, la hipocresía y la excesiva diplomacia no existían.
Cuando pasaba algo que a tu parecer era malo (desde caerte y rasparte las rodillas hasta que la madre de bambi muriera)... llorabas. Llorabas porque no pensabas... las lágrimas te salían espontáneas, sin pretensiones...
Cuando te fascinaba un profesor/prota de comic/niño... era una admiración sin condiciones... Ahora, sin embargo, me suelen aburrir esos héroes tan dignos... y con los hombres... me queda el dilema de si soy yo, la que inevitablemente se acaba aburriendo de ellos; o son ellos los que se acaban volviendo terriblemente aburridos.
Comentarios
Un besuco
yo hablaría de grandeza.
sigo sin saber hacer cosas de mayores. y no pienso aprendérmelas de memoria.
un beso.