la mujer que re-inventó Montauk

Llevo casi una semana con migraña y vomitando. Hoy empieza a ceder. (Lo que no digo) Lo que sí digo: Estoy tumbada en la terraza de casa. El toldo a medio bajar porque no soporto mucho el sol. Tengo las piernas calentitas y sopla una brisilla muy agradable. El cielo está muy azul y suena una canción de Nosoträsh. Una chica me escribió el otro día porque acababa de descubrir a este grupo y estaba emocionada. A mí me recuerdan a una de las mejores épocas de mi vida. Yo estaba muy enamorada de un chico estupendo. (Los primeros amores son así, dicen. Aunque no era el primero para ninguno, pero a veces eso da igual.) Brota una lágrima. La dejo salir. Resbala hasta mi oreja. Es curioso cómo recordamos las cosas o cómo gestionamos esos recuerdos. Yo siempre he tenido más facilidad para recordar y digerir lo oscuro.   Me gustaba mucho aquella YO. Es fácil, cuando todo está casi sin estrenar.

Si Xoel no fuera persona, sería el mar. Escucharlo es como si yo fuera una sandía y él me pegara un mordisco y a pesar del dolor, gozara quedándome a contemplar cómo le resbala el jugo por la comisura. Parece que Xoel estuviera jodidamente atado a ti. Pero Xoel estaba antes, con otro nombre y sigue después, con otra paz. Y en cualquier caso lo que recuerdo es una época de mi vida que compartí con otro tú, un pellizco de tiempo que no lleva tu nombre porque la que mira soy yo. . Vivir huyendo empieza siempre como un mecanismos de supervivencia (y suele acabar en cárcel) . Mejor ensayar una nueva forma de estar en el mundo .