Un mar de fueguitos



Hoy ha sido un día inmenso. Aun no sé si eso es bueno o malo.
A veces las cosas no son ni buenas ni malas. Están en un limbo que nos suele poner nerviosos porque tendemos a categorizar, a juzgar, a pegarnos a los acontecimientos.
Estoy molesta. Me he quedado sin pan. Por segunda vez. Cuando está la chica de gafas en la tienda le encargo pan con insistencia. Le repito bien las cosas dos veces, ella apunta pero luego siempre me quedo sin pan.
He comprado apio. Un nuevo alimento a incorporar a mi vida. Ché! Al límite vivo, ya véis.
Me he cruzado con D. Un rato después, mirando el móvil he visto que me había mandado un mail apenas minutos antes de cruzarnos con aquello que no me iba a mandar nunca.
Es preciosa y lo demás me da igual.
Hoy me he acordado de A. (suelo pensar en ella, pero no lo comento con nadie porque… para qué echar más leña al fuego si al final nadie me va a abrazar y yo no puedo abrazarla a ella)
La charla con I. ha sido como vomitar. Es molesto, pero luego te queda una sensación de paz muy chula.
Hemos cambiado el buitre por una tortuga. Hemos descubierto que el monstruo es una pantera y que la pantera es negra porque de tanto tiempo que ha pasado encerrada se le ha pegado la oscuridad.
También me ha regalado un poema de Galeano porque dice que le recuerda a mí.
Y me ha parecido bonito. Y me lo quedo.






Comentarios

dEsoRdeN ha dicho que…
Pues por muchos días inmensos (pero no todos, que si no, perderían valor)

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